La alerta inicial por lo que pudiera ser una catástrofe se pasa y entonces, los jóvenes siguen dándole un nuevo bocado a la pizza, mientras se tumban en el sofá para reposar. Para quién no lo sepa, los bakalas son una tribu urbana que siente un especial gusto por la música electrónica (break-beat en especial) y se dan a la noche como auténticos animales de ciudad, con pastilleo de por medio por regla general. En Valencia se hicieron bastantes conocidos en la década de los 90 con la llamada “Ruta del Bakalao”, así que os podéis imaginar por donde van los derroteros.
De repente, se quedan callados mientras terminaban de ver las noticias. El Necro, cómo se hace llamar uno de los cabecillas del grupo comienza a reírse, de forma que los demás comienzan a seguirle casi por instinto; “Hey tio, ¿qué te pasa?”, realmente nada, es sólo que pensé que nos íbamos a quedar sin ir de farra esta noche, pero afortunadamente…ETA nos dejó alguna discoteca”.
Pasada la noche, llega la mañana. Las bocas de nuestros amigos bakalaeros se nos asemejaban a una máquina de escribir: mandíbulas desencajadas y una botella de agua por la mitad acompañaba a la pandilla en su salida de la discoteca a las 8 de la mañana. Por supuesto, cerrándola como no pudiera ser de otra forma. “tíos, volvamos al centro y vayamos al after, que la fiesta no puede terminar así”. Siguen caminando hacía el casco histórico, son las 9 de la mañana de un sábado bastante soleado, situación no muy favorable para los ojos vampíricos de la pandilla. Se encuentran con una serie de señoras muy elegantes, muy “cool” todas ellas, que los miran con ciertos ojos de desprecio.” ¡Qué gentuza!”, apunta una de las señoras mientras otra de sus amigas se mostraba tan asustada que parecía que iba a sacar un collar de ajos para espantar a estos vampiros de la noche.
El grupo de bakalas se queda en la plaza mayor de la ciudad, rindiéndose a la luz del día y cediendo paso al sueño, antes la mirada extraña de la gente que se encontraba alrededor. Las señoras ya tienen tema de conversación para seguir hasta el centro comercial, que se encuentra a poco menos de 200 metros. Es llegar hasta tan magno sitio y las señoras se sienten como en casa: fuera trajes de firma y collares de alto abolengo, Se desprenden de sus lujosas vestimentas y se ponen cómodas, en pijama y zapatillas por los grandes almacenes.
Entonces, la música incidental que suele acompañar a este tipo sitios se corta para ofrecer la siguiente promoción: “Bienvenidos señores clientes, le informamos que tenemos hoy los 7 días de lujo en la planta sótano”. De repente, se escucha unos ruidos extraños, parece ser que alguien ha entrado en la centralita y pretende burlarse del habitual aburrimiento de estos sitios: “¿Izquierdas?, tú no eres de izquierdas, ¿derechas?, tampoco de derechas…tú eres del centro, del centro comercial, anormal”. El escándalo se hace presente en la planta del establecimiento: “¡Qué indignación!”, era el comentario generalizado por los habituales del lugar. Vayámonos a otro sitio, ya ni en casa uno puede estar a gusto, comentaban un grupo de señoras, mientras se quitaban el pijama y volvían al raro mundo exterior.
Me ha encantao eso de bakalás al comienzo de todo! XDD
ResponderEliminarGran entrada por cierto Jaime. UN bratzo! jeje
jajajajaj gracias juan, espero una entrada tuya sobre el festival de cine de esta semana. un saludo!!
ResponderEliminarMuy buena la entrada, me he reído imaginándome a las señoras con los bakalas en el centro comercial xDD
ResponderEliminarMuy buena la entrada!! Pobrecitas las señoras del centro comercial, esta juvetud... ¿A dónde ha ido a parar? xDDD
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